Mañana de Marzo...

El café con leche quema el alma, 
el desayuno es monótono y sombrío,
mi mirada se ha perdido, desvanecida
en el fresco de la mañana.

De fondo los ruidos apenas perceptibles
del barrio hacen un eco en la cocina,
la ventana sin sol desluce las plantas
tristes testigos de mi vida rutinaria.


El peligro no es algo que me preocupa,
duele más la incertidumbre, 
el peso de una traición que antes fuera 
sólo un fantasma de un pasado más que lejano.

Y ahora los días no tienen sentido,
la casa vacía de eso que antes la llenaba.
El otoño se avecina, los fríos, la soledad
y con él la quietud eterna del artista.